GASTROMOTO BAR LOS FRESNOS
Esta vez nos hemos ido algo lejos para hacer un gastromoto, nos hemos plantado en el municipio de Belmonte de Miranda (famoso por sus minas). Queríamos ir a un bar de pueblo, un sitio rural, apartado de grandes urbes y por supuesto queríamos comer bien. Por eso y siguiendo los consejos de un amigo que conoce bien el lugar, nos fuimos a un pueblecito llamado Begegae, a unos 15 km de Belmonte. Para subir al mismo hemos de coger una carretera bastante empinada que nos lleva al Alto de Los Collados, una vez arriba hemos de recorrer otros cuatro kilómetros por una carretera estrecha y desde la cual podemos ver, en el fondo del valle, las instalaciones de la famosa mina de oro.
El bar en cuestión no es ni bonito ni antiguo, se trata de una construcción moderna hecha con bloque, con forma de nave y un mobiliario de lo más escueto, limitándose el mismo a unas pocas mesas, una pequeña barra y una chimenea. El Bar esta regentado por Carmina y su marido. Ella es la que lleva las riendas del local y la cocina, es ayudada por su marido y por una hija. Carmina con su comida 100 por 100 casera y hecha con productos autóctonos hizo que rápidamente nos olvidáramos del feo local, haciendo fiel justicia a lo que nos habían contado sobre su comida.
Nos decantamos por comer lo que nos apetecía, si bien tienen menú del día e incluso se puede combinar parte del menú con la carta. Ésta, por cierto, es solo verbal, como en los bares de pueblo de toda la vida. En esta ocasión éramos solamente dos así que de primeros pedimos una ensalada mixta y un plato de embutidos caseros con queso.
La ensalada estaba muy bien, la lechuga fresca, el bonito de buen sabor, huevos cocidos caseros, tomate fresco, aceitunas y cebolla, bien aliñada y la ración muy abundante . El plato de embutidos, sencillamente espectacular. Chorizo, jamón cecina, salchichón, lomo y queso, donde excepto el queso y el salchichón el resto era todo casero y típico de la zona. Todo muy rico.
De segundos pedimos cordero al horno y filete rebozad. El cordero guisado en trocitos y acompañado de patatas fritas caseras , muy buen sabor, con una buena salsa y bien hecho. El filete rebozado se
multiplicó y en vez de uno nos trajeron 4. Se notaba que la carne era fresca y tierna, pero después de comer los embutidos, solo pudimos con un solo filete y del cordero sobró la mitad también.
La comida la acompañamos con agua y de postres probamos un poco de flan casero ( el estomago no podía con más). Finalizamos con un par de cafés. Si sorprendente fue la comida, su calidad y la cantidad que nos pusieron, más lo fue el precio, pues el coste total fue de 24 euros todo ello. Se podría decir que fue un precio irrisorio por todo lo que nos sirvieron.
En definitiva… un sitio para repetir, que resulta difícil de puntuar, pues mientras la nota que se merece el local propiamente dicho, es de un suspenso, la comida se merece un nueve. Un lugar donde degustar comida casera tardicional de calidad, con buenos productos a un precio contenido. Nuestra nota un 6,5…volveremos por la comida.