Aprovechando la buena mañana que hacía nos decidimos hacer una ruta motera de 362 km en la que íbamos a recorrer carreteras y puertos de las comunidades autónomas de Asturias, Castilla León y Cantabria. Como no podía ser de otro modo, el lugar en el que íbamos a comer estaba establecido ya antes del inicio de la ruta, se trataba del Bar Restaurante Paquin, en la población de Hermida ( Cantabria) lugar del que teníamos unas buenas referencias que apuntaban a un local acogedor, de comida familiar con precios populares y buen trato.
El Bar Restaurante Paquin, está situado en un paisaje envidiable, conocido como el desfiladero de la Hermida, en concreto en la carretera que une las poblaciones de Potes y Panes y que discurre sobre un grupo de angostas gargantas pertenecientes al macizo de Ándara. Sus vistas son espectaculares, y se convierte en uno de los mejores puntos de Cantabria para el avistamiento de aves en amenaza y peligro de extinción. El rio Deva discurre sobre parte de su longitud, que hacen de este desfiladero una de las mejores alternativas para practicar montañismo y senderismo, amen de la pesca del salmón.
El Restaurante Paquin no decepciono, se trata de un local típico de Cantabria, casa de piedra, decoración interior muy acorde al local, cuidada y bien diseñada. Manteles de tela, quizás poca luz, por lo demás perfecto, todo muy limpio. El local es el típico negocio familiar regentado por la propietaria que se encarga de la mayoría de las tareas, incluidas las relaciones con los clientes.
Dispone de carta y también de un menú del día muy variado, con al menos 5 primeros y 5 segundos platos y por supuesto el postre. Todo por 10 euros. Los precios de la carta son muy equilibrados, basta decir que lo más caro sería el chuletón, a 20 euros el kilo, pero los precios de las raciones y platos están entre los 8 y los 14 euros de media.
Nosotros dos nos decantamos por un menú y también por una comida a la carta. Del menú degustamos una sopa de fideos de primero, un escalope de segundo y un helado de postre.
La sopa de fideos casera, con un caldo gordo ( posiblemente de cocido de garbanzos) muchos trozos de yema de huevo y otros componentes…un sabor muy bueno, me recordó a la sopa casera que hacia mi abuela hace muchos años. Destacar que te la sirven en una sopera que dejan en la mesa por si quieres repetir. El escalope eran dos piezas de carne rebozadas, buen sabor y muy fresco, con patatas fritas caseras y sin más florituras. De postre un helado comercial.
La comida a la carta se compuso de jamón serano de primero y un entrecot de carne de segundo. El jamón tenía el típico sabor de la matanza casera, estaba rico, ración de tamaño normal.
El entrecot estaba muy bueno, magro, muy fresco, al punto, tamaño normal y servido con patatas fritas caseras y pimientos. De bebida nos decantamos por agua (la moto manda amigos) y rematamos la comida con dos cafés. Al final por todo ello pagamos 38,50 €. Un precio muy equilibrado si tenemos en cuenta que el jamón y el entrecot eran a la carta y no plato del día.
Decir que este establecimiento tiene fama de servir el mejor cocido lebaniego ( cocido cántabro propio de la comarca de Liebana). Como curiosidad comentaremos que en la zona hay una cueva (en la roca más alta), en la cual han puesto una imagen religiosa, emulando por decirlo de algún modo, a la cripta de Covadonga y que es perfectamente visible desde la puerta del restaurante.
En conjunto y valorando los parámetros habituales, la nota que le otorgamos al local es de un notable alto. Sin lugar a dudas volveremos.