Siguiendo con nuestra idea de ampliar el ámbito de los gastromotos, en especial a las provincias limítrofes con Asturias, en esta ocasión nos hemos trasladado a la comarca Leonesa de LACIANA y más concretamente a un pueblecito llamado Sosas de Laciana, al cual podemos acceder desde una carretera que parte del pueblo de Río Oscuro, a unos 4 Kms de Villablino en dirección a Piedrafrita de Babia.
Nos habían hablado bien del Restaurante Campillo (987471452) y allá que nos fuimos cuatro moteros. Para empezar, la reserva fue hecha por teléfono el día anterior y su propietario no oriento perfectamente en la reserva, indicándonos lo conveniente de comer en la terraza y así asegurarnos una mesa, igualmente nos informo de sus especialidades y el precio orientativo.
La ruta motera hasta el lugar resulto estupenda, el tiempo acompaño, eso si… con temperaturas altas, sobre las 13.30 llegamos a Sosas de Laciana y tuvimos que preguntar, pues para llegar al restaurante hay que pasar lo que es el nucleo del pueblo y luego nos lo encontramos de frente. El restaurante está en una especie de chalet con una gran cristalera que alberga la terraza. De inmediato pasamos a la mesa reservada en la terraza, para lo cual hay que subir al piso superior, observando una terraza amplia, con las mesas bastante separadas unas de otras y cubiertas con bonitos manteles de tela. Anexo un comedor grande, ambos muy bien decorados, la terraza con unas grandes cristaleras y con unas vistas rurales estupendas, de fondo sonaba una agradable música de Jazz. Al rato nos atendió Abel, el gerente y cocinero del Restaurante, el cual nos oriento perfectamente sobre los platos disponibles, así como las posibles combinaciones que podríamos hacer, incluso amoldando los platos en su tamaño a lo que íbamos seleccionando, haciendo por tanto una comida a la carta a nuestro entero gusto.
Al final nos decantamos por una cecina de León y unas tostas con membrillo, una mitad de tabla de quesos y un pulpo con patatas, todo ello como primeros y para compartir entre los 4. La cecina de 10, lonchas muy finas, bien curada y con muy buen sabor, también había rollitos de cecina rellenos de membrillo que para nada eran dulces como loson habitualmente. Las tostas ( una por cabeza) con una buena capa de membrillo, un plato muy muy aconsejable y de 10. Los quesos en trocitos pequeños, había unas 4 o 5 variedades, todas ellas de marcas comerciales de la zona. El pulpo, una buena cantidad y muy muy bien preparado, estaba de 10, ni duro ni blando, en su punto, muy bien condimentado, sin exceso de pimentón, aceite o sal gruesa y las patatas muy sabrosas, en su justo punto de cocción. Está claro que en esta zona de León tienen muy buena mano para el pulpo, recordemos el gastromoto del bar Xardón.
De segundos elegimos un plato individual para cada uno, siendo estos: un entrecot con queso de cabrales, un de Bacalao a la plancha y dos solomillos. Para acompañar la comida nos decantamos por un vino prieto picudo Valjunco y agua . Una vez terminados estos platos, la duda entre nosotros era clara, como íbamos a poder acabar de comer los segundos platos?, pues entre los primeros y el pan grisáceo de hogaza tipo gallego, todos pensábamos que el segundo no lo íbamos a poder acabar. Tras una breve espera llegaron los segundos que como esperábamos eran amplios. El entrecot enorme, una carne tierna y fresca, acompañado de patatas fritas y pimientos, la salsa en un cuenco aparte. Los solomillos muy tiernos y de carne magra, de menor tamaño, pero lo suficientemente grandes para satisfacer a los buenos comensales. El bacalao con muy buena pinta, por ponerle un “pero”, quizás algo salado. Como era de esperar casi ninguno fue capaz de terminar los segundos platos, por lo que alguno no pudo ni con el postre. Los que si lo pidieron, se decantaron por tarta de galleta de la abuela casera, muy muy rica y un mus de limón muy fresco y suave. Tras esto unos cafés y unos licores a los que la casa nos invitó.
En definitiva…. Un local muy acogedor, muy limpio, con cuidada decoración, en el que puedes comer agusto pues las mesas están muy separadas, algo que siempre se agradece. Unas vistas preciosas mientras comes, una música agradable de fondo, una atención muy personalizada y esmerada y una relación calidad-precio muy equilibrada, pues puedes comer una especie de menú selección a tu medida entre los platos de la carta por unos 25 € , 20 euros la comida y 5 euros la bebida por persona, pero que varía en función del vino y la cantidad que se elija. En base a todo ello le otorgamos una nota de un 9, un lugar muy recomendable si uno se acerca por la zona.