Una ruta por los valles centrales de Llanera y Corvera nos llevaron a recorrer pequeñas carreteras que suben y bajan por onduladas colinas. Los paisajes son bonitos, de un verde intenso, aunque afeados por el gran vertedero que ocupa un gran valle en el centro de Asturias. Pasamos por la pequeña iglesia de Villardeveyo, en origen prerrománica del siglo IX-X, de la que sólo podemos ver, hoy en día, una celosía original en su cabecera. De todas formas la tranquilidad y el paisaje hacia el valle de Villabona bien merece una parada.
Llegamos al pequeño pueblo minero-ferroviario de Villbona, hoy más famoso por la cercanía de un centro penitenciario, aunque antes era un importante nudo de lineas de trenes que se bifurcaban hacia Gijón o Aviles.
Nuestra ruta nos lleva a comer al Palacio de Villabona, una bonita construcción del siglo XVI, también conocido como palacio del Conde de San Antolín y Señor de Villorio. Dentro del edificio, destaca la capilla dedicada a los Reyes Magos (algo poco habitual) trazada por Juan de Naveda, datada en 1625. Podemos ver una torre medieval en su frontal (existía otra en el ángulo contrario, donde hoy está el aparcamiento) y la entrada de la capilla es un arco románico trasladado desde el antiguo convento de Santa Clara de Oviedo (hoy sede de Hacienda).
El Palacio se dedica hoy en día a servir como sede a BBC (Bodas, Bautizos y Comuniones), aunque los domingos abre como restaurante normal (reserva obligada). El marco es espectacular, muy cuidado, con mantelerías de tela, decoración clásica, mesas de boda y un servicio muy amable y eficiente. Dispone de una pequeña carta, aunque su fuerte son un par de menús especiales: Uno asturiano (fabada y cachopo por 25 €) y otro con un entrante de nido de patata con picadillo y huevo de codorniz; un primero de fideua marinera y un segundo entre salmón a la plancha con salsa tártara y pastel de patata o confit de pato en salsa Cumberland con pastel de patata. Este menú varía cada finde y está a 26 € con bebida y postre casero.
Todo lo que probamos estaba bien preparado, presentación muy correcta, sabor exquisito y calidad alta en los productos. El vino del menú es un crianza en su añada, suave y adecuado. Postres caseros bien preparados.
Nuestra nota general un nueve, para repetir. Todo perfecto, aunque el local es un poco frío, ya que se trata de un patio palaciego, por lo que recomiendo una Rebequita a las señoras. Por lo demás en calidad-precio poco se le puede criticar.